No se puede pensar en un país desarrollado y más equitativo, sino impulsamos una profunda reforma al sistema financiero. Durante las últimas décadas, el sistema financiero ha obtenido utilidades estratosféricas.
UN MERCADO DESREGULADO ES UNA BESTIA DESCONTROLADA QUE ENGULLE LENTAMENTE A LAS PERSONAS
No se puede pensar en un país desarrollado y más equitativo, sino impulsamos una profunda reforma al sistema financiero. Durante las últimas décadas, el sistema financiero ha obtenido utilidades estratosféricas. En pleno 2010, con terremoto de por medio, la banca aumentaba sus utilidades en un 26%, esto es, obtenía utilidades del orden de los USD3.400 millones. Lo que en sí no tiene nada de malo pero se vuelve una evidencia adicional al injusto sistema que conocemos, cuando estas utilidades se recaudan a costas de deudores sometidos a reglas a ratos usureras e improcedentes.
También hemos sido testigos de la falta de una regulación legal y administrativa que se ajuste a un mercado financiero más complejo y en crecimiento. La crisis financiera mundial de 2009, los fraudes financieros en EE.UU., mostraron la necesidad de tener mayores y mejores sistemas fiscalizadores. Por el contrario, pareciera que en nuestro país no queríamos ni queremos escuchar estos mensajes.
No obstante, y a raíz del escándalo de La Polar, que como suele ocurrir, termina golpeando con mayor fuerza a los sectores de menores ingresos, se ha producido un consenso nacional, en el sentido de que el mercado no puede funcionar correctamente sin una transparente regulación estatal: Ha llegado la hora de comprometernos tanto fuerzas políticas y ciudadanía en impulsar una profunda y valiente reforma al sistema financiero y al retail que termine entre otros problemas con el abuso del sistema con sus deudores, las sobre ganancias, un poder monopólico, la impunidad de los delitos y el fraude al Estado.