Andrea Condemarín – Dirigenta Nacional y Tesorera Progresista
No se realizará la acusación constitucional que impulsó el Frente Amplio contra el ministro de Salud, Emilio Santelices, debido a los cambios que ingresó al protocolo de objeción de conciencia de la ley de aborto. Es necesaria una profunda reflexión para comprender qué ocurrió en el Congreso de la República, con una centroizquierda en mayoría, y obteniendo como resultado un sonriente Ministro Santelíces, liberado de todo mal. Evidentemente, algo falló.
En esta oportunidad, la mayoría parlamentaria no bastó para asegurar los votos suficientes que llevarían al gobierno a su primera gran derrota política en manos de una oposición unida y activa en representación de los intereses del pueblo.
Faltó unidad, faltó un diálogo aún más fraterno y acorde a la circunstancias. El Frente Amplio reconoció que se apresuró. No supieron buscar una base de apoyo suficiente y especularon que la ex Nueva Mayoría se cuadraría y sin dudarlo votaría junto con ellos.
Los espacios de poder están en disputa y las señales son importantes. En este sentido, el actuar cohesionado implica mucho más que buscar apoyos. Considera, además, entender que debe existir una cuota de flexibilidad para ceder y escuchar con generosidad al resto de la oposición. Creer que se puede actuar en solitario cuando representan un poco más del 10 % de la cámara y ganar en el intento es, a lo menos, ingenuo.
Aún más relevante resulta otro elemento en esta fallida demostración de fuerza. Definitivamente acá no se ubicó el bien mayor por sobre las pequeñeces de más o menor ganancia. Este es el momento donde se evidencia la necesidad de más mujeres representándonos en el hemiciclo, más mujeres a favor de los derechos nuestros, a favor de buscar la igualdad absoluta. En esa perspectiva, el trabajo y coraje de nuestra diputada Marisela Santibáñez ha sido ejemplar e imitable.
Necesitamos empoderarnos de un discurso que vaya en pos de la protección a nuestros niños, de asegurarles a todos una educación gratuita y de calidad, de la protección de nuestra salud, de garantizarnos una jubilación digna.
Este hecho no fue un fracaso político –y es hora de eliminar el morbo de los titulares-, pero si es un resultado para aprender. El actuar de diputados hombres de la centroizquierda, que pensaron sólo en la pequeñez de ver esos titulares en los medios conservadores hizo sentido sólo para algunos, no así para las mujeres de la centroizquierda.
Con Marisela Santibáñez y otras compañeras a la cabeza, todas las parlamentarias pensaron en el bien mayor, todas ellas pusieron cabeza y corazón, para luego votar en unidad. Después del trago amargo, me quedo con el vaso medio lleno: Chile sí puede ser mejor y sí puede tener unidad en la centroizquierda. El liderazgo lo han mostrado las congresistas. Es hora de que el resto se suba a este tren.