Por Gonzalo Valenzuela

Nuestro país vive de paralelismos graves. Y es que el Presidente de la República, Sebastián Piñera, sabemos, nunca ha vivido con un sueldo mínimo y, por supuesto, nadie quisiera vivir con ello. Pero, según datos del INE, el 50% de los trabajadores en Chile percibe un ingreso menor o igual a $379.000, algo que está muy por debajo de la línea de la pobreza que fija el propio Ministerio de Desarrollo social, de $422.000 para un hogar de 4 personas.

Hablo de paralelismos graves, porque es la misma OCDE, en sus informes económicos, donde declara que en Chile el 10% más rico gana casi 27 veces más que el 10% más pobre. Y no se trata de enjuiciar a quienes tienen poder adquisitivo sino de comprender que, si queremos llegar al desarrollo como país, no podemos tener al 80% de los chilenos segmentados bajo el endeudamiento, bajo la pobreza, bajo la desigualdad, viviendo en el arrendamiento, sin casas, conviviendo con el narcotráfico, enrejados en sus metros cuadrados, trabajando las horas extras para llegar a fin de mes, en listas de esperas por meses/años por un pabellón y con la salud mental por el suelo. ¿Se entiende? Escenarios reales y estándar por cada región del país.

Hace muy poco interpelé a Harry Jürgensen, diputado por RN (no su padre del mismo nombre, que es actual intendente de la Región de Los Lagos), quien piensa que los pobres son el comodín de la oposición (léalo textual, ya que lo escribió en un medio de comunicación recientemente), señalando que el mal llamado progresismo se aprovecha de los pobres, aludiendo principalmente al hecho de no acordar el sueldo mínimo que propone el Gobierno. Estoy seguro que ese parlamentario no podría vivir con un sueldo mínimo sin tener que obligadamente endeudarse y, aun así, seguiría viviendo en pobreza.

Nuestro país vive de paralelismos graves y una parte de la clase política parece no querer percibirlo. Critican al progresismo por desconocimiento, al tiempo que otros lo hacen por réditos políticos para una próxima elección, mientras tanto los trabajadores en Chile trabajan 200 horas más al año que el promedio de los países OCDE y nos caracterizamos por estar en los primeros lugares del ranking con mayor brecha salarial.

Si hay algo que los progresistas hemos tratado de difundir como reflexión en todo el país es que el desafío para Chile no trata solamente de que de vivamos mejor, sino que vivamos mejor juntos. La lógica de construir un país solidario que busque y asegure dignidad es fundamental. Si gran parte de los parlamentarios de derecha que apoyan al Presidente Piñera aún no lo entienden, espero sea el propio Mandatario quien deduzca el complejo problema que vive más de la mitad de los chilenos y de lo cual él nunca ha vivido.

Fuente: El Mostrador.