Por Beatriz Stager,
Arquitecta Progresista
Cada año que nos afrontamos al día nacional de urbanismo, nos hacemos un análisis de cómo vamos como país.
Hoy como otra vez más, vemos que NO hemos avanzados en construir ciudades inclusivas, amigables y sustentables, como TAMPOCO hemos avanzado en la planificación territorial y urbana. Los desafíos se hacen cada vez más urgentes y las falencias más evidentes.
El urbanismo no solo es planificar ciudades, también es planificar el paisaje; en el cual vemos como siguen pasando singularidades inentendibles en un país que quiere llegar luego al desarrollo. Estamos lejos de lograr una planificación de diseño territorial, donde se logre preservar y cuidar desde el desierto florido en el norte hasta los hielos milenarios del sur, pasando por un centro de bosques templados lluviosos que son la reservas de vida para el planeta entero, con una vida cultural autóctona única.
Nuestro gran déficit son los procesos participativos de las comunidades frentes a los desarrollos económicos, a través de los cuales debemos resguardar el patrimonio y los atributos naturales de la mejor manera sin frenar el desarrollo del país.
En el desarrollo de nuestras ciudades -donde somos el país con mayor porcentaje de habitantes en áreas urbanas (90%), de la cual la mitad se concentra en una gran ciudad (Santiago)- el desafío es grande. Comenzando por nuestro desarrollo urbano que reproduce la segregación histórica de Chile, concentrando la población en espacios homogéneamente pobres o ricos, generando guetos de delincuencia, pobreza y falta de infraestructura -tanto de servicios básicos (colegios, hospitales, etc.) como de áreas de esparcimientos (parques, plazas, zonas deportivas, etc.)-. Avanzar en una línea de mixtura social es urgente, donde todos podamos gozar de las mismas cualidades y calidades de ciudad. Generando espacios participativos vinculantes en las decisiones de desarrollo, planificando sustentablemente los desafíos urbanos y respetando nuestra cultura, identidad y paisaje natural.