Héctor Paz Sánchez
Vicepresidente Juventud Progresista
En este nuevo aniversario del Día Mundial de la Filosofía corresponde que la militancia de nuestro partido reflexione un poco sobre este tema. Si en algo puedo aportar a esta reflexión, trataré de dejarlo expreso en estas palabras. En primer lugar, debo dejar en claro que no existe una filosofía sino varias, y que estas se agrupan fundamentalmente en dos bandos: por un lado, aquellas filosofías que nacen del anhelo por cambios sociales de parte de los oprimidos, y por otro lado, aquellas filosofías que son funcionales a la perpetuación de los sistemas injustos.
Del mismo modo sucede en todos los tiempos, por ejemplo el pensamiento cristiano, que nace como una reacción de los esclavos y de los desposeídos en contra de sus amos paganistas e imperialistas. La doctrina que considera “hermanos” a todos los seres humanos contiene avanzados elementos subversivos para el sistema esclavista imperante en la época. Por supuesto que también los esclavistas tuvieron sus propios filósofos, encargados de defender su modo de vida.
O podemos pensar en episodios más cercanos, como en la Independencia de los países de América Latina del dominio colonial. Como todos saben, tanto los colonialistas tenían sus pensadores, como los independentistas teníamos los nuestros. Y entre ellos podemos recordar a líderes de talla continental como Artigas, Guemes, Carrera, O`higgins, Bolívar, Sucre, Martí. Si nos fijamos, en ambos casos las filosofías transformadoras vencieron el duelo de la historia. El cristianismo, acompañado de grandes revoluciones antiesclavistas y antiimperialistas, y el independentismo americano, acompañado de feroces revoluciones anticoloniales y antiimperialistas. Como se ve, la clave para el éxito y la trascendencia de cualquier filosofía radica en su capacidad para impactar en la realidad, de conmocionar a los pueblos.
Hoy en nuestro Chile abogamos por potentes cambios sociales, pero parece que hemos relegado a un segundo plano la importancia de saber cuál pensamiento dirige nuestra acción política. La cuestión está lejos de quedar zanjada y no lo haré aquí, sino que la militancia deberá decidirlo en el próximo Congreso Ideológico del Partido. Sin embargo, sí me atrevo a insinuar aquí algunas inspiraciones posibles que la misma historia nos ha legado. Creo que debemos recuperar y enarbolar todo lo que tiene de emancipatorio el pensamiento cristiano, que sigue siendo un vector de movimiento de masas importante. Debemos recuperar y desarrollar el pensamiento de los padres de la Patria, en su voluntad de independencia y dignidad nacional. Debemos enorgullecernos de lo mejor de nuestro pensamiento indigenista, nacido en el vientre mismo de nuestro pueblo. Debemos incorporar el feminismo como la señal política más rupturista de los últimos tiempos. Y debemos empuñar el marxismo, que es la filosofía científica de los trabajadores en el mundo actual.
Tan sólo si logramos unir de manera creativa este legado y llevarlo a la práctica concreta, nuestro Partido y nuestro Pueblo podrán hacer realidad sus anhelos milenarios, sus objetivos históricos. Así quedaremos en la memoria como uno más entre aquellos agentes sociales que contribuyeron a combatir la injusticia y provocar los cambios necesarios.