Las mujeres Progresistas elegimos la figura de una revolucionaria olvidada para llevar en nuestro nombre: Tati Allende. Pero ella no es la única que la historia olvidó. Hoy, cuando conmemoramos el Día del joven Combatiente queremos hacer un poco de justicia histórica y hablarles de Paulina Aguirre.
Cuando el dolor,
la sangre, el odio y la muerte
son necesarios,
miles de manos se tienden
para tomar las armas.
Acuérdense ustedes de mí
siempre.
Paulina Alejandra Aguirre Tobar era liceana y militante de MIR cuando la CNI la mató. Tenía solo 20 años. Fue acribillada en el sector de El Arrayán la misma noche que Rafael y Eduardo Vergara Toledo fueron asesinados en la Villa Francia: el 29 de marzo de 1985, el “Día del Joven Combatiente”.
Era estudiante del Liceo Valentín Letelier de Recoleta en cursos vespertinos, disfrutaba también de tocar guitarra y escribir. Y también fue parte de la resistencia a la dictadura, porque esta resistencia también tuvo rostro de mujer.
Motivada por su historia familiar, desde pequeña mostró una fuerte convicción por terminar con la dictadura. Su padre, Luis, fue torturado en Calama y después trasladado a Santiago. Su tío Pedro estuvo recluido en Chuquicamata y su tío Carlos fue fusilado en Antofagasta. No sorprende entonces que ya a los 14 años tuviera una postura tan firme.
Paulina ingresó al MIR a los 14 años, a fines de los años 70, motivada por el reencuentro con su padre que había vuelto clandestino a Chile tras vivir en el exilio.Gracias a él conoció al MIR en sus primeros años, cuando lo acompañaba a vender El Rebelde a las poblaciones todos los domingo. En honor a él se hizo llamar “Luisa”.
La trasladan a Santiago como militante de guerrilla urbana cuando cae el proyecto de formación de guerrilleros Neltume y a su padre lo mandan a las fronteras de Nicaragua y Panamá. Así Paulina trabajó cinco años en la clandestinidad, en los que incluso se reencontró con su padre en Cuba donde ella viajó a cursos de formación.
El 29 de abril de 1985 miembros de la CNI la asesinaron a balazos en una emboscada disfrazada de enfrentamiento, bajo las órdenes de Álvaro Corbalán. Pero su muerte empezó a trazarse algunos días antes, el 3 de marzo de 1985. El terremoto abrió una grieta en una de las murallas de la cabaña que arrendaba en El Arrayán, y cuando los maestros tuvieron que botarla para poder repararla, encontraron en un tabique paquetes de municiones. La dueña de la cabaña, que además vivía en la misma parcela, alertó al ministerio de Defensa, y éste a la CNI.
El resto es fácil de concluir. La CNI se instálo en el lugar esperando que Paulina regresara a la casa. La investigación judicial reveló que la joven no iba armada y además logró dejar en evidencia el montaje. Los asesinos pusieron en su mano izquierda una pistola con la que no se había disparado, y Paulina no era zurda. La asesinaron a sangre fría, la autopsia registra ocho entradas de bala, dos de las cuales le atravesaron la cabeza.
El asesino de Paulina fue Miguel Soto, alias “El Paco Aravena”. Una vez cometido el crimen, llegaron al lugar Alvaro Corbalán y Kranz Bauer para supervisar el resultado de la operación, alterar el sitio del suceso y simular un enfrentamiento que nunca ocurrió.
En el Frente de Mujeres Progresistas Tati Allende estamos convencidas de que solo muere quien es olvidada. Y hoy Paulina está más viva que nunca.
Conoce más sobre la historia de Paulina Urrutia:
- Paulina Aguirre: La historia de la mujer asesinada el Día del Joven Combatiente. El Ciudadano.
- El asesinato de Paulina Aguirre por agentes de la CNI. Puntofinal.
- La historia de la mujer olvidada del Día del Joven Combatiente. El Desconcierto.