1. Diagnóstico
Estamos viviendo momentos históricos en nuestro país. Estamos ante un estallido social sin precedentes, por su persistencia en el tiempo, por su extensión social y geográfica y porque las demandas que levanta contra el abuso y la desigualdad se oponen al modelo político y económico existente.
Nuestra sociedad, víctima de décadas de perpetuación de abusos y empeoramiento de su calidad de vida, ha dicho basta a los atropellos del modelo. Las consecuencias de este modelo neoliberal, que se traduce en un vaciamiento de garantías y acceso a derechos fundamentales para los chilenos y chilenas, sólo han generado reproducción brutal de desigualdades. Ese diagnóstico era algo que los progresistas ya anunciábamos junto a Marco Enríquez-Ominami en los procesos presidenciales pasados y por lo mismo todos los programas de gobierno pusieron su acento en reformas estructurales, con especial énfasis en la urgencia de una nueva constitución y de una asamblea constituyente.
No obstante, estamos a la vez frente a un proceso complejo: junto a la masividad nunca antes vista, es también inorgánico y falto de conducción, espontáneo, con una tendencia a abjurar de la política en general, y con expresiones de radicalidad que ha alcanzado graves expresiones de vandalismo y pillaje. Todo ello, resultados propios de una sociedad individualista, consumista, y con escasa o nula formación política. No obstante ello, las imágenes masivas y tremendamentes solidarias frente a la represión en las manifestaciones, son esperanzadoras: 35 años de modelo neoliberal no han destruido completamente el tejido social y solidario de nuestro pueblo.
Por otra parte, el gobierno encabezado por el presidente Piñera ha decidido no echar pie atrás a sus reformas y aprovechar la movilización para terminar de imponer su agenda de profundización neoliberal, en vez tomar la agenda ciudadana de desmantelamiento del modelo. Ejemplo de ello, son sus anuncios que hasta el día de hoy, nada dicen respecto a las demandas estructurales de la calle.
En este escenario, nuestro pueblo ha demostrado la convicción y conciencia tras el momento histórico que se vive. A pesar de la brutal represión de los militares en las calles, del fantasma del período más oscuro de nuestra patria, de la campaña comunicacional para poner en el centro los actos de vandalismo y pillaje, los anuncios gatopardistas del presidente Piñera lejos de desmovilizar a la población, hasta el día de hoy, han generado la mayor movilización nacional en la historia del país. Habrá que ver cómo este estallido movilizador se mantiene y se desarrolla.
2. Desafíos Inmediatos
Primero, debemos reconocer que este es un estallido social. Y por ello, su continuidad es incierta. Hemos visto muestras hermosas de convicción y persistencia del pueblo. Pero sabemos que todo proceso movilizador dependerá de un conjunto de factores, la mayoría externos a la voluntad de los propios actores movilizados.
Por otro lado, sabemos que este movimiento no es patrimonio de nadie, sólo de nuestro pueblo. Y nuestro rol, como Progresistas, como militantes, es acompañarlo y apoyarlo, tal y como cada uno de nosotros lo hemos hecho. Por lo mismo, como Directiva Nacional del Partido, así como nuestra coalición UNIDAD Para el Cambio, hemos reafirmado ante la Mesa de la Unidad Social:
- Nuestro compromiso con el petitorio ciudadano de reformas estructurales.
- Nuestro compromiso político de no suscribir ni avanzar en ningún tipo acuerdo que excluya a los movimientos sociales del país.
- Nuestro profundo compromiso con avanzar hacia Plebiscito que de una vez por toda devuelva el poder constituyente a la gente. Una nueva constitución vía una asamblea constituyente.
Por eso, tras los nuevos anuncios realizados por Sebastián Piñera, los y las progresistas confirmamos la intención de este gobierno de no abrirse a la agenda ciudadana. Así ante este “abrazo del oso” que busca ahogar las demandas de cambio profundo con medidas que nada cambian las realidades que exigen los chilenos y chilenas en las calles, llamamos a nuestra militancia a:
- Reafirmar en todos los espacios la urgencia de un Plebiscito y de una Nueva Constitución para el país.
- Llamar a las fuerzas opositoras a concurrir JUNTO a las fuerzas sociales a cualquier espacio de diálogo con las autoridades del Gobierno, y poniendo como piso de cualquier negociación para una salida a la crisis: al Plebiscito para una Nueva Constitución.
- Denunciar la agenda gatopardista del gobierno. La demanda ciudadana busca, entre otras cosas, No más AFPs, Seguridad Social en Salud y Pensiones, mayor incidencia en la toma decisiones, agua como derecho humano, cambio de reglas expresadas en Nueva Constitución.
- Articulación como Partido y como UNIDAD para el Cambio, con las organizaciones sociales de los territorios a fin de ratificar regionalmente y localmente, nuestro compromiso con la agenda transformadora.
- Denunciar los abusos en materia de DD.HH ocurridos en estos días por fuerzas militares y de carabineros. Colaborar, difundir y apoyar, la denuncia e investigación que, desde la presidencia de la Comisión de DDHH en el Senado, ha llevado adelante nuestro compañero Senador Alejandro Navarro.
- Debemos trabajar estos días y horas, para hacer masiva esta demanda de nuevo pacto social y político a través de una Nueva Constitución, eso en los hechos se traduce en: Convocar asambleas, cabildos ciudadanos. Convocar a reuniones con las militancias de otros partidos de oposición. Generar iniciativas comunes a nivel de las bases sociales. En cada comuna, en cada espacio de participación, generar asambleas por el Plebiscito para Nueva Constitución.
- Colaborar activamente, desde sus regiones y territorios, para viralizar nuestras propuestas, esforzándonos por transmitir nuestras ideas en los medios de comunicación y redes sociales, enviar comunicados, denunciar abusos, conseguir
entrevistas para que podamos romper el cerco comunicacional desde las propias regiones.
Tal como señalamos anteriormente, el gobierno al sentirse acorralado por demandas estructurales al modelo neoliberal jugará al desgaste de la movilización, a retomar el control de la agenda y el orden social, y a disfrazar su propio agenda de profundización del modelo con salidas supuestamente “ciudadanas” a la crisis. Jugará a desviar la atención. A dividir a las fuerzas progresistas. A generar fantasmas, como la posible “salida autoritaria” o hablar de influencia internacional (venezolanos, cubanos, y últimamente, rusos). A usar el miedo al caos social. A levantar encuestas truchas que muestren mayoritario apoyo al retorno a la normalidad. Incluso a montar operaciones políticas con actores procedentes de la centroizquierda bajo el argumento de la defensa de la institucionalidad y la democracia. Jugará a decir que han “escuchado a la gente”, que “apoyan las demandas ciudadanas”, que “todos somos responsables”, todo bajo la misma mirada estratégica: continuar con la despolitización del movimiento y evitar el cambio de reglas.
Por todo lo anterior es que sostenemos que uno de los mayores peligros de este movimiento es que la agenda de gobierno termine logrando que nada cambie. Que la salida a la crisis política y social, sea una réplica del pacto de la transición: el acuerdo de las elites, al margen de la gente, y al margen de las visiones progresistas y de izquierda. Las y los progresistas debemos oponernos tenazmente a toda salida que deje al margen a la ciudadanía y que no resuelva los problemas de fondo de los que da cuenta la indignación ciudadana. Es por ello que hemos levantado la bandera del PLEBISCITO, como la única opción que asegura una salida democrática y participativa, y que puede abrir paso a un proceso orientado a recuperar los derechos de soberanía del pueblo.
El Plebiscito es consistente con nuestro objetivo estratégico del período: restaurar el poder constituyente de las y los chilenos. Debemos, entonces, hoy poner en el centro de la discusión el PLEBISCITO para una Nueva Constitución, como la salida que asegura abordar el problema de fondo de la desigualdad y los abusos. Tal como hemos señalado a los largo de estos años, no se asegurarán cambios reales y sustanciales, sino cambiamos la Constitución heredada de la dictadura y perfeccionada por la transición.
Compañeras y compañeros, desde ya, un abrazo a todas y todos quienes han marchado y tocado cacerolas, han gritado y llorado por las lagrimógenas, han recibido golpes e incluso balines. Con todos y todas, nuestra firme convicción que estamos del lado correcto de la historia. Hace un par de años dijimos que Chile sería de las y los libres. No nos equivocamos, y debemos sentirnos orgullosos de nuestro andar, todas y todos, y todes.
DIRECTIVA NACIONAL PROGRESISTA