Katterin Villegas Gaillard
Vicepresidenta de Género Región de Ñuble
Consejera Federal
A principios de octubre tuve la maravillosa noticia de que sería madre por segunda vez. Fue una bella noticia, muy deseada en el interior, pero tan difícil para estos tiempos que corren, mi esperado niño.
Se venía una lucha dura, había un presentimiento, esa sensación de que Chile al fin despertaba.
Un 14 de Octubre sentí el cambio que venía para Chile, ver despertar a mi gente era maravilloso, ver todas las movilizaciones y marchas, abrió una esperanza para el futuro que venía a mi vida: “un hijo”.
Hijo, el cambio empieza por uno, por eso, un día salimos a las calles a apoyar la lucha y aunque había un gobierno duro, implacable, incapaz de respetar nuestros derechos, nos preparamos con cariño y nos fuimos, porque teníamos que manifestarnos, luchar, pedir respeto y dignidad para Chile entero.
Sentía en esos días que debía luchar con más fuerzas para el cambio que Chile y el futuro iba a necesitar, venías tú y junto a tu hermanita, tenía otra razón por la cual luchar, debo contarte que fue en realidad, por todos los niños que salí un 20 de Octubre a una de las más grandes manifestaciones que vivía Ñuble. Tenía 20 días de embarazo y por primera vez, tendría la certeza que a mi hijo Pedro le esperaba una dura llegada, pero cuando salí a la brillante luz del día aquella mañana, no tenía idea de lo que vendría.
Salió todo Chile a las calles, pobladores, dirigentes, trabajadores, niños, adolescentes, ancianos todos estaban en las calle, caminando, marchando, subiendo la difícil cuesta de generar un cambio. El paisaje era esperanzador. Todos coincidían en que se estaban vulnerando nuestros derechos, nos sentíamos esclavos de este sistema, un sistema que no existía más que para maltratarnos, un sistema nefasto que no funcionaba. Es decir, funcionaba, pero sólo para una clase social y bastante bien, para el 6% de los más ricos, pero no para nosotros, no para muchos, no para la gran mayoría.
De pronto, entre la multitud empezó el miedo, la incertidumbre, la ansiedad, la necesidad de hacer algo para que haya un cambio, las manifestaciones eran un derecho y la marcha, una forma muy pacifica de mostrar nuestro descontento.
Hijo, quiero contarte, si es que algún día llegas a leer esto, que un 20 de octubre a metros de distancia, con días de embarazo nos atacaba la fuerza policial en la Plaza de Armas de Chillán, frente a la gobernación de Chillán, fuimos atacados fuertemente, nos disparaban de todos lados, por simple hecho de manifestarnos, por el simple hecho de querer gritar: ¡Dignidad! ¡Dignidad! Y lo gritamos tan fuerte.
Fue tanta la represión ese día, hijo, tanta que a mi compañera Gloria Moraga le dispararon un perdigón en su ojo, cayó al suelo y carabineros empezó una guerra con miles de personas que sólo gritaban: ¡Dignidad! Dignidad para los chilenos.
Por mi niña de 8 años, por ti; el regalo que estaba en mi vientre, tuve que correr y proteger nuestras vidas de un Estado que ya no quería cuidarnos y cuando llegué a casa, me senté y sentí el miedo más grande de ser madre, pensé con miedo que esto podía no ser la mejor decisión, pero ya estaba y éramos todos ¿Qué hacíamos? ¿Qué era lo mejor? ¿Cómo aportábamos a este Chile que necesitaba cambios reales y merecidos para un pueblo?
Cada día que pasaba era más fuerte la represión. Muchos perdieron su vida, a muchos les sacaron sus ojos y muchos fueron detenidos en todo el país. Y como si eso no fuese suficiente, un 3 de Marzo con 6 meses de embarazo llegó a Chile la peor pandemia que se ha visto en los últimos años: el Covid-19. Fue un 3 marzo cuando empezó en Chile la angustia más grande de traer vida a este mundo, empezó de nuevo el miedo, la incertidumbre. Ahora, se sumaba la pena de pensar que algunos de nuestros familiares, cercanos y sus hijos se podía contagiar y morir solos… En este Chile, sin salud, en este Chile lleno de injusticia social.
¡Qué difícil es ser mujer! ¡Qué difícil es ser madre! En estos tiempos y este día de la madre, lo único que quiero decirle al futuro, a ti, a tu hermana, a todas las compañeras madres es que la vida es lo más importante, y que el regalo más lindo que tenemos es la salud. No pararemos de vivir, no pararemos de soñar. Sólo con voluntad lograremos ganarle a esta pandemia, y con la misma unidad, fraternidad y disciplina lograremos los cambios tan anhelados por todos. Yo lo sé, lo sé con la misma certeza de que te amo. Sé que terminaremos con las violaciones y maltratos a toda nuestra sociedad, un día esto se detendrá.
A todas las madres y futuras madres y a mí misma, me escribo que sé este no es el mejor día para celebrar, para ser abrazadas o mimadas, porque éste día todavía vivimos una enorme y amarga lucha, pero todavía así les deseo un bello 10 de Mayo, hoy y en los venideros, y que disfruten de lo más importante “la vida” y la “salud”. Porque las madres seguiremos vivas en nosotras y en el rostro de nuestros hijos, porque las madres siempre seguiremos luchando.