Juan Peredo, encargado de la entidad, señala que el Gobierno debe encontrar una solución efectiva a la violencia que sufre la diversidad sexual, sólo por el hecho de tener una sexualidad distinta a la heteronormada.

El pasado 5 de julio un hombre y una mujer que serían parte de un grupo neonazi, atacaron, golpearon y mantuvieron secuestrado en una casa ocupa ubicada en Estación Central a Francisco Aranda, joven bisexual de 29 años que se desempeña como tatuador, quien denunció haber sido desnudado, golpeado y amarrado a un palo en el patio de la propiedad mientras recibía además, amenazas de violación.

Según datos entregados por la prensa y agrupaciones activistas de la comunidad LBGTIQ+, las agresiones fueron motivadas por la condición sexual del joven, lo que se deduce por el relato que la víctima hizo de los hechos, en los que detalló que lo trataban de “maricón” y “weco”.

Juan Peredo, encargado y vocero de la Secretaría de la Diversidad Progresista, señala que “Sin duda se trata de un ataque gravísimo” refiriéndose a la golpiza que lo dejó inconsciente y de la que la víctima resultó con una fractura maxilofacial, fractura de costillas y un alto grado de hipotermia. Afortunadamente los vecinos del lugar, alertados por sus gritos llamaron a Carabineros, quienes según el testimonio de Francisco, no le prestaron el auxilio correspondiente.

En ese escenario, Peredo declara que “Queremos manifestar nuestro total repudio al actuar matonesco de este grupo de neonazis. Exigimos que la justicia no deje impune este ataque bifóbico, pero también emplazamos al Estado de Chile para que de una vez por todas se haga cargo de la discriminación y de la violencia ejercida sólo por el hecho de tener una sexualidad distinta a la heteronormada”, señala el encargado de la Secretaría de la Diversidad del PRO.

Desde la entidad entregan su total apoyo a Francisco Aranda y a todos los que hoy son víctimas de actos de violencia, discriminación o ataques por su condición sexual. Al mismo tiempo, reafirman su compromiso de empujar los límites para avanzar hacia una sociedad inclusiva y donde la base sea el respeto por todos y todas, sólo por el hecho de ser persona.