Cristian Mora Parra
El próximo 26 de abril la ciudadanía decidirá por un nuevo Texto Constitucional y el mecanismo de elaboración de la misma, ya sea Convención Mixta o Convención Constitucional. Una instancia Histórica donde, el Poder Soberano genuino que reside en el pueblo, escribirá con su puño y letra la Carta Fundamental cuya base sea la garantía de los
Derechos Sociales y la esencia de su contenido; la Dignidad Humana.
Aprobar una Nueva Constitución no es lanzarse al vacío, tampoco entregar el país a las garras del Marxismo, ni menos imitar modelos de países con realidades históricas,
sociales y económicas muy distintas a la nuestra. La estrategia de los iluminados de la vereda del frente intentan justificar, a través de la desinformación y el miedo, que un cambio
Constitucional sería un retroceso para el país. Simplemente, tal pretexto conservador responde a su naturaleza histórica de privilegios.
Aprobar una nueva Carta es emanciparse de un modelo que ha mercantilizado la calidad de vida de las y los Chilenos, promovido por la actual Constitución del 80.Aprobar es comprometerse con un texto que garantice, como piso mínimo, los derechos sociales y humanos que hoy el Estado incumple. Aprobar es firmar un nuevo Pacto Social
cuyo modelo de desarrollo garantice, ante todo, la dignidad humana. Aprobar es asegurar a nuestras hijas e hijos, un futuro próspero, inclusivo, justo y solidario en armonía
con la evolución Social y Política.
Por lo anterior, es importante mencionar que no da lo mismo el mecanismo de elaboración del nuevo texto. La Convención Mixta integra 172 miembros, 86 ciudadanos electos
y 86 parlamentarios en ejercicio electos por el Congreso Pleno. Elegir parlamentarios que han provocado esta crisis durante 30 años y, peor aún, siendo el Parlamento la institución peor evaluada por la ciudadanía con un 3%, sería una contradicción en sí misma. La Convención Constitucional es el mecanismo, en esencia, más auténtico y
genuino que responde a los principios democráticos de Soberanía Popular y Poder Constituyente. Porque es en el pueblo ciudadano en donde reside el poder, es ahí donde
nace la Democracia y se construyen las instituciones. Por esto, el principal actor para protagonizar el proceso constituyente debe y tiene que ser el Poder Popular
Constituyente (Ciudadanos e independientes).
No es solo participar en el plebiscito, es liderar una oportunidad históricamente Social, Política y Constitucional como fundamento legítimo de democracia.
La Historia de nuestro país, desde hace 200 años, ha sido testigo de la invisibilización de los movimientos sociales y sus reivindicaciones, acallados por la pólvora de las bayonetas de los guardianes de las élites políticas y económicas. Somos los nietos de aquellos obreros y campesinos, violentados en dignidad y derechos. Somos
hijos de mujeres y hombres que lucharon por la Democracia. Somos padres y madres por una Nueva Carta Magna, donde la dignidad, los derechos y la democracia sean la
esencia de su contenido.