La cara más deportiva de Marco Enríquez-Ominami: el fanatismo por la U, los regalos ‘futboleros’ a Presidentes de Sudamérica, su opinión sobre el Mundial del 2030 y un novedoso proyecto con los clubes de barrio. El candidato del PRO conversa con AS.
En 1986, cuando había regresado del exilio en Francia, Marco Enríquez-Ominami (48) fue al estadio Nacional para ver un partido de Universidad de Chile. Acompañó a su padre, Carlos Ominami, y a otros dirigentes socialistas. Entre ellos, Ricardo Lagos Escobar, quien se transformaría en Presidente de la República años más tarde. Fue el primer acercamiento del cineasta con el fútbol chileno. Han pasado 35 años y Enríquez-Ominami ya no es el niño que se enfrentó al cambio cultural: es candidato presidencial y líder del Grupo de Puebla, un espacio de reflexión de líderes progresistas en Iberoamérica. Pero hay algo que no ha cambiado: aún es hincha azul. En su cuarto intento por llegar a La Moneda, la cabeza del PRO dialoga con AS.
– En documental ‘Al fondo a la izquierda’, usted le regala una camiseta de la Selección a Evo Morales, él le responde que la indumentaria no tiene número y usted le pregunta ‘¿de qué juega?’. Voy a partir igual. ¿Usted de qué juega, Marco?
– Mira, tengo un drama vital, porque aprendí en Francia, un país donde se jugaba completamente distinto. Allá jugaba como ‘7’ y acá me pusieron de ‘11’ porque era malo. Era ‘lauchero’. Hacía goles, pero era malo. Nunca me adapté al sistema nuestro. Acá jugaban por abajo y nosotros jugábamos por arriba. Y la forma también era distinta. En Francia recibíamos la pelota y la pasábamos, en Chile era mejor el que se pasaba a más gente. Yo lo veía como un crimen. El que se quedaba con la pelota, era egoísta. No era el juego nuestro. Desde chicos, en las clases, nos enseñaban que era tocar y pasar. El entrenador nos gritaba. Acá me desorienté y lo pasé muy mal, porque me gusta mucho el fútbol.
– Pero en 2017 jugó un partido contra el comando de José Antonio Kast…
– Creo que los masacramos (ríe), pero no recuerdo en qué posición jugué. Delantero, seguramente.
– ¿Es cierto que se hizo fanático por (Michel) Platini?
– Sí, era mi ídolo total y absoluto. Estaba Dios y Platini.
– He leído que le gustaba Cobreloa, Audax, Iquique y la U. ¿Con cuál se quedó?
– Primero me gustó el Saint-Etienne. Yo era de Paris, pero el PSG nunca me gustó, porque era un club patético en los 80. Después llegaron los qataríes, pero en ese tiempo eran últimos. Al llegar a Chile, mi papá (Carlos Ominami) me llevó al estadio cuatro domingos seguidos. Él era ‘chuncho’ de toda la vida. Primero fue contra Audax Italiano y el ‘Chico’ (Héctor) Hoffens le metió 1-0. Me encantó el jugador, la camiseta verde y la cultura italiana. Yo fui con (José Miguel) Insulza, Ricardo Lagos y Ricardo Núñez, quienes eran la renovación del PS. La semana siguiente fue contra Cobreloa y le dieron una paliza a la U. Ellos eran una potencia y yo encontraba divertido que un equipo de región viniera a ganar a Santiago. Después fue el aniversario de la U contra Deportes Iquique. Fue una tarde de verano y no había mucha gente. Ellos hicieron un gol y yo dije ‘ahora sí, me gusta esa camiseta celeste’. Todavía me acuerdo de la cara de orto de todos los socialistas.
– ¿Al final lo convencieron?
– Me di cuenta que corría riesgo la invitación a ver fútbol y me empezó a gustar la U. Y en el auto, cuando íbamos de vuelta, Carlos me empezó a contar la historia del club. Era una hora y media entre caminar hacia el estacionamiento y el trayecto a la casa. Me hablaba del ‘Ballet Azul, hasta que me empecé a enamorar de la universidad laica y pública. Después tuvimos contradicciones, porque fue presidida por (José) Yuraszeck. Es decir, la UDI pinochetista. Era un mundo loco. Pero me marcó cuando nos fuimos a los potreros, porque la barra se quedó en el estadio y cantaba ‘volveremos, volveremos’. Fue algo muy lindo y me hice chuncho definitivo.
“Las sociedades anónimas fallaron, como las AFP”
– Ahora no se sabe quiénes son los dueños de la U. ¿Está al tanto?
– He perdido la pista, pero algo leo. Creo que el modelo de sociedades anónimas, que supuestamente era la solución, falló como las AFP. La promesa no se cumplió. Alguna vez fijamos una posición dura sobre eso. El encanto de las sociedades anónimas era la gestión financiera y tampoco lo lograron. El fútbol alemán tiene un modelo mixto, que es más interesante.
– En 2017 dijo que la ANFP debía someterse a la ley de transparencia. ¿Lo cree aún?
– Sí, totalmente. Tengo cara de profeta tonto y cada cosa que digo, se hace. No me equivoqué en eso. Planteé hace años que debíamos avanzar en la transparencia de la ANFP y mira lo que pasó.
– Además de Evo Morales, usted le ha regalado camiseta de la Roja a Lula el 2009…
– (Interrumpe) ¡Y al Papa Francisco!
– ¿Y no le regaló a Alberto Fernández, Presidente de Argentina, después de los títulos de Chile en Copa América?
– No, porque somos muy amigos. A Lula lo conozco mucho, pero no somos tan amigos. Del Papa Francisco tampoco. A Evo lo conozco más, pero con el Presidente Fernández soy íntimo. Salvo un par de corbatas y unos libros, no nos hacemos regalos, nos queremos nomás. Pero es una buena idea. La próxima vez le llevaré una camiseta de regalo, porque es futbolero. Justo en la semana en que explotó la pandemia en China, yo estaba con él y fuimos a ver a Argentinos Juniors.
– Volvamos a la Selección. ¿Es fanático de la Roja?
– Mucho. Me gusta la perseverancia y que sean luchadores. Te confieso: como sufrí con el cambio cultural del fútbol, dejé de jugarlo, pero me gusta mucho. Es un secreto, porque es humillante jugar mal y gozar del fútbol al mismo tiempo. Los adolescentes son crueles y cuando se repartían los jugadores, decían ‘que lata que me toque con él’. Era el último (ríe).
– ¿Su campaña ha sido como el último año de la Selección?
– Es una muy buena analogía. Me costó un mundo entrar al Mundial porque me querían dejar fuera. Tuve que ganar como cinco juicios en cinco tribunales y cuando ya había ganado todo, un tribunal decide sacarme de nuevo por algo que yo ya había ganado. Ya había sido declarado inocente. Estuve una semana fuera de carrera, igual como veían a la Selección en las Clasificatorias, pero entré de nuevo porque soy un porfiado y perseverante, y porque Chile lo merece. Ya pasó la rabieta infantil de algunos y ahora evalúan cómo lo hago en los debates. Y con Chile lo mismo: está volviendo a la pelea. Yo cumplí con la ley y tengo el mismo derecho que José Antonio Kast. El PRO es más grande que el Partido Republicano: tiene más alcaldes, más concejales y más gobernadores. No soportaban que yo planteara mis ideas.
La opinión de Enríquez-Ominami sobre el Mundial 2030
– Hay un plan para organizar el Mundial 2030, junto a Argentina, Uruguay y Paraguay. ¿Qué le parece?
– Es una gran idea. Uno de los sectores más importantes de Chile para el futuro sustentable es el turismo. Y Chile es un país de larga distancia. Es muy difícil venir para los grandes centros del poder económico. Estamos en el fin del mundo. Y, por tanto, siempre he creído que el futuro de América Latina está en la coordinación. Un japonés no va a venir una vez al año a Chile. Pero podría venir más veces si es que hay un ticket Argentina-Chile. Por lo tanto, un Mundial con partidos entre varios países me parece de todo el sentido. Especialmente, por las nuevas tecnologías. No veo razón para rechazarlo.
– ¿Con el turismo se recupera el gasto estatal en infraestructura?
– Claro, igual com va a ocurrir con los Juegos Panamericanos. Este es un viejo debate, pero las grandes obras hacen la identidad de los países y trascienden en la historia. El Estadio Nacional quizás también fue un elefante blanco como proyecto y mira la importancia que tiene en nuestra historia. José Antonio Kast tiene admiración por el apresamiento que hubo de personas en ese lugar y a nosotros nos gusta el Nacional porque es un espacio deportivo. Pero mira lo que significa.
– ¿Cada cuánto practica otros deportes? En Instagram tiene varias fotos…
– Juego tenis hace más de 20 años. Juego más o menos, mejor que fútbol al menos. Es mi deporte favorito. ¿Trekking? Lo hago, pero es una condena. Solo acompaño a mi hija. Algo hice mal en la vida para que tenga que hacer eso, es un castigo (ríe). También camino harto, paseo una hora diaria, a cualquier hora, a mis dos mascotas y troto mucho. ¿Cada cuánto practico tenis? Mira, te mentiría si te digo que lo hacía siempre, porque antes de la pandemia, viajaba casi todas las semanas por las películas, por el Grupo de Puebla y por la coordinación con los gobiernos, etc. Pero cuando estaba en Chile, le dedicaba un par de días.
¿Qué deportes practican los otros líderes iberoamericanos?
“Alberto (Fernández) juega padel, Lula hace pesas, Evo (Morales) juega mucho fútbol, (Ernesto) Samper no sé qué juega, ‘Pepe’ Mujica tiene cierta edad, Rafael Correa creo que es futbolero, (Martín) Torrijos trota y (José Luis Rodríguez) Zapatero es un tremendo corredor. Es un adicto al trote”.
MEO: “Los grandes talentos se descubren en los barrios”
– En su programa propone entregar $400.000 a los clubes de barrio. ¿Qué busca?
– Hay cuatro mil en Chile. El club de barrio es la base y con poquísima plata, puedes hacer maravillas en la plaza, en el espacio público, en el ocio, el descanso… y hay necesidades básicas: cierre perimetral, luces y horarios. El costo fiscal de esa propuesta es bajo. Sería ese monto mensual para libre disposición. Por ejemplo, podrían ampliar los horarios. Algunos clubes cierran a las 20:00 horas y en el verano uno podría jugar a las 21:00 horas. Hay otros que ni siquiera están cerrados y se llenan de problemas. Se necesita un baño, un cuidado, alguien de aseo o cualquier cosa que decidan ellos. Hay dos millones de chilenos que pasan por ahí.
– ¿Lo quiere financiar con un impuesto a la comida chatarra?
– Mira, la comida chatarra es exquisita y popular, pero creo que es un drama. Tenemos la pandemia de la obesidad infantil. Y tal como avanzamos en el etiquetado, yo avanzaría en un impuesto específico de un 0,5 por ciento a las utilidades de las cadenas de comida rápida. Lo haría con inteligencia porque sé que es lo que come la gente más pobre. Yo he recorrido casi todos los Malls y el domingo es el día de socialización para mucha gente modesta, porque no todos tienen un quincho para hacer un asado. No todos tienen ese almuerzo. Mi equipo económico me lo planteó, yo dije que sí, pero me iría con cuidado para que no afecte a los más pobres.
– ¿Qué plantea para el deporte de alto rendimiento?
– Yo duplicaría el presupuesto, no tengo duda. Pero todos los países exitosos tienen políticas en la base, en los barrios, porque ahí se descubren los grandes talentos. La detección temprana es una buena parte del deporte de alto rendimiento. A mí nunca me gusta el divorcio entre el deporte de alto rendimiento y el financiamiento de base. Está conectado. Se ha cometido un error en presentar dos mundos distintos.
– Pero los deportistas piden, por ejemplo, un contrato de trabajo. Otras candidaturas, como la de Gabriel Boric, acogieron la idea. ¿Qué le parece?
– Le vamos a robar esa idea a las otras candidaturas. En segunda vuelta voy a necesitar esos programas de gobierno. Que me los traigan. Los recibiré a todos en mi comando. Haré un gobierno de la máxima amplitud posible para cambiar Chile.