Héctor Paz
Militante Progresista
111º Natalicio de Salvador Allende
Han pasado 111 años del natalicio del Presidente Salvador Allende Gossens, líder de la revolución chilena y primer Presidente socialista de nuestro país, cuya vida fue ejemplo y enseñanza para quienes creemos y luchamos a diario por un mejor futuro, y que fue cobardemente asesinado a manos de los esbirros que convirtieron a nuestro país en un antro de desigualdad e injusticia.
Al igual que en nuestros días, la época en que Allende lideró la segunda independencia también estaba llena de dificultades y vicios. La corrupción, la traición, la vacilación y la mentira eran una problemática con la que la vanguardia de la revolución chilena tuvo que lidiar, aplicando su inteligencia y creatividad para superarlos en beneficio del proceso que se organizaba.
Salvador Allende era marxista, es decir, no sólo creía firmemente en que el poder debía estar en manos de las clases históricamente oprimidas y en la socialización de la propiedad ni tenía un conocimiento científico acerca de la realidad chilena, sino que también ocupaba una de las armas más poderosas que posee un revolucionario, la moral.
Hombre de una maciza convicción, Salvador Allende siempre actuó en consecuencia con lo que pensaba y decía. En otras palabras, donde ponía sus palabras ponía sus hechos. Y fue así que tras largos años de perseverancia logró unir a la izquierda en la Unidad Popular, coalición de partidos y movimientos de izquierda que logró ganar la presidencia y que inició un proceso patriótico y socialista en Chile, un socialismo con empanadas y vino tinto.
El Chicho (como lo llamaba cariñosamente el pueblo chileno) sabía que para convencer y aunar la mayor cantidad de voluntades posibles a este incipiente proceso, debía no solo ocupar hábilmente su palabra, sencilla como el viento, sino también demostrar en la práctica, en el ejemplo, que no se rendiría a pesar de las adversidades y que una sociedad donde chilenas y chilenos vivieran como hermanos era posible. Táctica que llevó a Chile a la Nacionalización del Cobre, al mejoramiento en la salud de millones de chilenas y chilenos, a una gran reforma agraria que beneficiaba al que trabajaba la tierra, en pocas palabras, a la dignidad y soberanía de nuestra Patria.
Esto nos demuestra lo equivocado que están muchos dirigentes de la izquierda en nuestros tiempos, quienes no sólo abandonaron la visión científica de la realidad, sino que constantemente obran de manera completamente opuesta al ejemplo del Compañero Presidente, llevándonos a constantes errores teóricos y prácticos que se reflejan en la desconfianza que tiene el pueblo chileno en los partidos de izquierda, la paupérrima formación política de sus militantes y la baja presencia en los territorios.
Debemos comprender que, para honrar a Salvador Allende, no basta tener un cuadro suyo en nuestros hogares, dejar rosas en sus monumentos ni añorar el metal tranquilo de su voz, sino que debemos, ante todo, encarnar sus ideas, su visión de la vida y su ejemplo a diario en nuestra lucha y no dar ni un paso atrás. Ser claros ejemplos de la sociedad del futuro, de la moral progresista, cuyos valores no serán el egoísmo, la deshonestidad o la hipocresía, sino que serán la honestidad, la solidaridad y la fraternidad, que nos enseñó Salvador Allende, la que guíen nuestro pensamiento y actuar.
¡Seamos aquellos hombres y mujeres que superarán este momento gris y amargo!
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
¡Viva Salvador Allende!