La Juventud Progresista, a través de su actual presidente, Rodrigo Pinto, expuso en la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía del Senado por la Ley Greta, que impulsa el voto juvenil. El proyecto de reforma constitucional que rebaja la edad para ser ciudadano y otorga el derecho de sufragio en elecciones municipales a quienes hayan cumplido 14 años de edad, fue presentado por el senador progresista Alejandro Navarro y comenzó a discutirse a principios de mayo de este año.
Pinto destacó que, entre otras cosas, “con el voto joven los postulantes a cargos públicos tendrán que disponer de mejores herramientas y habilidades para captar a la masa joven y sus legítimos intereses”. Esta actividad es un hito histórico para el partido y la juventud, puesto que como JPRO es primera vez que entrega su posición en alguna comisión del Congreso.
Con lleno total de organizaciones juveniles y representando a @PROjovenes asistimos a la comisión de DDHH del @Senado_Chile para entregar nuestros argumentos sobre el #VotoJoven . Saludamos iniciativa del @Senado_Chile que empuja los límites de lo posible #LeyGreta pic.twitter.com/4j1xK2TLfC
— Rodrigo Pinto (@pinto_rodd) September 9, 2019
Revisa a continuación su intervención en video:
También puedes revisar las palabras de Rodrigo Pinto:
Posición Juventud Progresista frente a proyecto Voto Joven
Señor Presidente, a través suyo me gustaría a nombre de las Juventudes Progresistas de Chile, saludar a la senadora y los senadores integrantes de esta comisión, y también saludar la instancia, puesto que lo que hoy estamos discutiendo, estamos seguros es una excelente noticia para nuestra democracia y sobre todo para las generaciones de cambio.
Esta presentación pretende entregar argumentos políticos al debate, para enriquecer la discusión en pos de buscar los más amplios consensos sociales y políticos que permitan avanzar a esta noble iniciativa. Desde ya manifestamos nuestra posición favorable al voto joven y esperamos que su discusión también sea abordado desde la necesidad de la educación cívica en los establecimientos educacionales.
Porque frente a la crisis de legitimidad de las instituciones y la falta de incentivos para la participación ciudadana en los procesos electorales, la ampliación del sufragio para incluir a más actores en las discusiones del devenir de la sociedad, representa con este proyecto un pequeño gran aporte. Y que se considere a la juventud como parte de esa contribución nos parece del todo positivo y justo.
Es verdad, sabemos como organización que no resolverá los grandes problemas de nuestra democracia, para eso el camino de las y los progresistas es un cambio constitucional mediante una Asamblea Constituyente, pero el voto joven sin duda que le entrega vitalidad y energía al proceso eleccionario. Una vitalidad y energía que por lo demás se extraña en cada proceso. Con el voto joven los postulantes a cargos públicos tendrán que disponer de mejores herramientas y habilidades para captar a la masa joven y sus legítimos intereses, de manera que toda política pública tendrá una retroalimentación más plena en su gestación y desarrollo. Es menester instalar la pregunta en este debate sobre si en las actuales campañas toman en consideración el sentir de la juventud.
Porque en los últimos 15 años los mayores cambios a la dinámica político, económico y social construida post dictadura han sido impulsados por las nuevas generaciones, pero no necesariamente incluidas en las propuestas de campaña. Su rol ha sido fundamental para poner sobre la mesa nuevos paradigmas en el sistema neoliberal chileno, como la instalación de la educación como un derecho que debe ser garantizado por el Estado producido por el movimiento estudiantil en 2006 y 2011, el enfoque ambiental en el discurso a partir de la explosión de conflictos socio ambientales en diversas regiones del país, o la mirada feminista producida por el movimiento de mujeres en 2018, lo que ha traído en cada proceso correspondiente, una catarsis social que empujó cambios.
No es tarea fácil, porque según la última Encuesta Nacional desarrollada por el INJUV, un 79% de los jóvenes no está interesado en la actividad política, un 62% no conversa de política, apenas un 13% expresa altos niveles de confianza en la gente en general, y un 40% dice que ante la situación de que una ley que les parece mala o injusta esté a punto de ser aprobada en el Congreso, no haría nada o piensa que cualquier acción emprendida al respecto no sería efectiva.
Por lo tanto, existe una desconfianza general que no nos puede dejar de brazos cruzados si consideramos a la juventud como fundamental para proyectar y construir sociedades más desarrolladas. Podemos discutir sobre 14 o 16, pero el desarrollo y progreso de nuestras democracias se consigue con mayor participación y generando incentivos para el involucramiento de los ciudadanos en los asuntos públicos que los competen directamente. En ese sentido, el voto joven sería una oportunidad para que el sistema político pueda hacer foco en las demandas de las nuevas generaciones, que empujan los límites de lo posible.
Las cifras que mencioné anteriormente no nos dice que la juventud chilena son jóvenes inactivos, perezosos, o consumidos por los vicios de la sociedad, por más que también parte de la población joven tenga serios problemas con esos males, sino más bien nos revelan que no han encontrado el motivo ni el sentido para movilizarse a votar. Vale la pena, por tanto, preguntarse si nuestra juventud es rebelde, participativa, contestataria de los procesos en que está inserta, o es más bien conformista y apática de los procesos sociales y políticos. Las y los progresistas optamos por la primera opción.
Y existen ejemplos claros que derriban la hipótesis del conformismo. En marzo de este año más de 5mil jóvenes marcharon por la alameda en Santiago protestando contra el modelo que preserva la explotación de la tierra y el calentamiento global.
La sueca Greta Thunberg con tan solo 16 años muestra un fiel reflejo de que, en la sociedad global, la juventud tiene una posición favorable a la participación, y está encontrando los incentivos (desde la urgencia por parar el desastre de la humanidad por supuesto) para involucrarse. Para Chile, un estudio de la Universidad Diego Portales de 2018 arrojó que la juventud en Chile está preocupada por causas o situaciones específicas, como los abusos sexuales, la salud mental y los problemas sociales, por lo tanto, es una juventud que se moviliza.
También desde el Instituto Nacional de la Juventud nos muestran que el 84% de los jóvenes dice tener la intención de realizar algún tipo de voluntariado en Chile, donde el medio ambiente y la acción social son las actividades que más les interesa, por lo tanto, no es cierto que existan jóvenes embobados por sus aparatos electrónicos y apáticos con los procesos sociales en los cuales está inmerso, hay una energía joven que encuentra en la participación una forma de ser parte de los procesos.
Por ende, la discusión sobre la rebaja en la edad de sufragio es pertinente y es una buena noticia para la democracia chilena.
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Las y los progresistas somos amigos de los cambios desde abajo hacia arriba, y tanto en nuestros programas de gobierno locales, como en las 3 candidaturas de Marco Enríquez Ominami, hemos levantado esta bandera, porque este proyecto propone un cambio de ese tipo, de abajo hacia arriba, desde los jóvenes de 14 y 16 años hacia las generaciones activas pero desapegadas de los procesos electorales. Si hay baja participación electoral no es culpa de los jóvenes.
Y queremos ser claros. El Estado tiene una deuda con las niñas, niños, jóvenes adolescentes y adultos jóvenes del país. Durante las últimas décadas el Estado abandonó su rol protector y defensor de la juventud y a cambio, en 1998 con un gobierno de centro izquierda, les eliminaron la educación cívica de la educación pública, en 2005 les otorgaron la responsabilidad penal, les escondieron la educación sexual y a los más desafortunados los enviaron a un centro público donde les abusaron, violaron y mataron.
Además, se estigmatizó a la juventud: ¿Problemas de delincuencia? ¿Problemas en las enfermedades de transmisión sexual? ¿Baja participación de los procesos electorales? ¿Problemas en la educación? Nos han educado en que son problemas de los jóvenes, y no problemas sistemáticos de la forma en que hemos construido Estado e instituciones que se relacionan con la juventud.
En síntesis, aplaudimos esta iniciativa, aplaudimos que haya llegado este debate al Congreso. Agradecemos su atención y la oportunidad de estar aquí entregando nuestra opinión. Gracias.