Con agrado y en una fecha que podría parecer simbólica, los progresistas y el país entero conocieron la resolución de la Corte Suprema, que el pasado 28 de diciembre, día de los inocentes según las festividades cristianas, autorizó por razones humanitarias, el ingreso al país por un lapso de 15 días a Hugo Marchant, ex preso político y actualmente condenado a un extrañamiento de 25 años en Finlandia.
Con agrado y en una fecha que podría parecer simbólica, los progresistas y el país entero conocieron la resolución de la Corte Suprema, que el pasado 28 de diciembre, día de los inocentes según las festividades cristianas, autorizó por razones humanitarias, el ingreso al país por un lapso de 15 días a Hugo Marchant, ex preso político y actualmente condenado a un extrañamiento de 25 años en Finlandia.
Los progresistas apoyamos activamente la Campaña Nacional e Internacional por el retorno de los ex prisioneros políticos que lucharon en contra de la dictadura militar y por la libertad y democracia para Chile. Ellos durante años siguen condenados a penas de extrañamiento, mientras que sus carceleros y torturadores tienen la posibilidad de ver a sus familias cuando lo deseen, unos en libertad y otros en las cárceles doradas que les fueron construidas especialmente.
A pesar de las sucesivas promesas de los gobiernos de la Concertación de terminar con el exilio, durante más 21 años se ha negado en forma sistemática el retorno a muchos compatriotas que están obligados a vivir junto a sus hijos un exilio forzado, penas que formaron parte de los pactos al interior del duopolio político escondiendo bajo la alfombra otro de los problemas que heredó la democracia.
Hacemos un llamado a los parlamentarios, a las autoridades del Poder Judicial, al Ejecutivo y a toda la ciudadanía para lograr de manera definitiva que se ponga fin al destierro, al exilio forzado que de manera elegante se le hace llamar extrañamiento, para todos los chilenos que amenazados de cárcel si regresan al país están obligados a mantenerse lejos de sus familias, de sus amigos y de su tierra por la que arriesgaron sus vidas para lograr el fin de la dictadura y el inicio de una vida democrática para Chile. Vivir en su país es también un derecho humano.