Marcia Millaqueo
Vicepresidenta de Género RM
Un estudio reciente retrata el pololeo en jóvenes. Estudio financiado por la Unión Europea y que se encuentra en desarrollo desde el 2018 hasta el 2020.b
En Chile el 52,2% de los adolescentes y jóvenes, dice y asegura tener amistades que han vivido maltrato en una relación de pareja, 1 de cada 10 jóvenes y adolescentes, dice haber recibido empujones, cachetadas o zamarreos de parte de su pareja.
Este estudio, permitió conocer la realidad que viven los jóvenes y adolescentes de nuestro país, además las características y dimensiones de la violencia en el pololeo en la población heterosexual y LGTBI entre los 12 y los 29 años. Se identifican en este estudio las respuestas entre la misma y la relación que tiene este tipo de violencia con la estructura sociocultural de género.
El estudio muestra además qué mecanismos de control, maltrato y desigualdades están presentes en las relaciones de pareja de las/os más jóvenes del país, se evidencia la naturalización y la recurrencia de prácticas violentas que quedan al descubierto cuando la mitad de las/ los jóvenes y adolescentes encuestados, piensa que los celos son una prueba de amor” 1 de cada 4 jóvenes cree que se puede amar a quien se maltrata y 3 de cada 10 reconocen que sus parejas les dicen con quién salir o con quién juntarse.
Tamara Vidaurrazaga Aránguiz, investigadora responsable del estudio, señala que, pese a que se podría pensar que la población más joven estaría apostando a un cambio cultural, con relaciones más igualitarias, los datos reflejan que adolescentes y jóvenes todavía mantienen fuertes creencias sexistas. “A pesar de que hay una crítica incipiente a este modelo de amor romántico, a esta sociedad patriarcal, siguen reproduciendo creencias sexistas y aceptando que esa es la norma. Aquello que pensábamos que está superado en realidad no lo está, persisten ideas como que el amor todo lo puede, que el amor es sufrimiento, 9 de cada 10 jóvenes que cree que hay alguien en el mundo destinado para mí y que yo sólo me completo cuando encuentro a esa persona, y por supuesto esto es un mandato mucho mayor en las mujeres que en los hombres”, dijo.
Para la investigadora, naturalizar la desigualdad es la base de la violencia en las relaciones de pareja, que parte en esta etapa temprana, “existe una relación lineal entre la naturalización de un modelo de amor romántico, que es fomentado por el patriarcado, y la violencia de género”
Además este estudio muestra que 9 de cada 10 jóvenes creen que el rol de la mujer en la crianza de los hijos /as es insustituible, y la mitad de las/ os encuestados cree que las mujeres razonan de peor manera que los hombres y finalmente 2 de cada 5 cree que las tareas domésticas les corresponde a la mujer y que el hombre no debería o no es propio al hombre asumir ese rol.
En cuanto a las parejas LGTBI el estudio demuestra que no existen mayores diferencias en cuanto a la vivencia de la violencia, sin embargo sí, con respecto a las creencias sexistas. Las/os jóvenes que se identifican como parte de la diversidad sexual y genero cuestiona más las creencias sexistas y cuestiona más y la interpretación que se podría hacer es, de la experiencia de no calzar con el modelo un género binario, hace dudar sobre las cosas no son como me las han relatado y por lo tanto puedo tener mayores dudas con respecto a estas creencias.
Otra arista de esta investigación apunta a que con la llegada de nuevas tecnologías y redes sociales, en los jóvenes y adolescentes han surgido nuevas formas de control, además de pedir la clave y controlar, quienes y cuantos me gusta ponen en la foto de la pareja, para las/os jóvenes estas técnicas son entendidas como prueba de infidelidad y traición. Ahí hay códigos de violencia que cuesta desterrar como tales, porque están recién partiendo.
En esta publicación, quiero hacer memoria de los femicidios de Karina Rojas Cañas de 16 años, asesinada en 2007 en Huechuraba; Tania Águila Raddatz de 14 años, asesinada el 2015 en Puerto Varas; Alison Calderón Hidalgo de 17 años, asesinada el 2016 en El Bosque y Gabriela Alcaíno Donoso de 17, años asesinada en Maipú el 2018.
Para las y los Progresistas es fundamental
La necesidad de fomentar la educación con perspectiva de género y feminista, debido al rol fundamental de ésta para transformar y detener las reproducciones de relaciones de poder, que se expresan en maltratos sistemáticos al interior de relaciones buscadas para proveer felicidad y satisfacción.
,“ La educación formal y tradicional está llena de estereotipos, de tradiciones, es conservadora, y se necesita tener una mirada mucho más diversa, reflexiva, desde un enfoque feminista para hacer cambios en el sistema patriarcal” El estudio enfatiza que se debe tener en cuenta que la educación no solo se entrega en los espacios formales de enseñanza pre-escolar, escolar o superior; sino también en el resto de las instituciones sociales, por lo que catalogan de urgente que también las familias, en sus diversidades, se comprometan con la transformación de las estructuras de género, puesto que son espacios centrales de reproducción de la desigualdad de sexo-género. Los esfuerzos han sido insuficientes y mal enfocados en materia de prevención ya que no se ha considerado la población adolescente y joven, menos aún en las diversidades de sexo genéricas, a pesar de que es en esta etapa con las primeras experiencias amorosas, donde se empieza a naturalizar y a instalarse prácticas abusivas en las parejas. La violencia contra las mujeres siempre se aborda desde la atención y la protección y generalmente desde la edad adulta, y si queremos erradicar la violencia tenemos que empezar en etapas tempranas, es por esto la necesidad de políticas públicas socio-culturales (integral, transversal e interministerial) que recoja la realidad del presente y termine drásticamente con las desigualdades entre hombres y mujeres.
Además los medios de comunicación deben cumplir un rol preponderante, en como las personas más jóvenes comprenden lo que es aceptable y lo que no, en una sociedad Democrática, respetuosa de las diferencias y en la que exista convivencia e igualdad de condiciones entre quienes la integran.
Ante la ausencia de un modelo de relación amorosa que no sea jerárquica y desigual, que tampoco es posible encontrar en las producciones culturales, la televisión, la publicidad, los cuentos y otros.